
La clave para un riego rentable no es cuánta agua usas, sino cuándo, dónde y por qué decides aplicarla.
- El riego moderno abandona el calendario y se basa en la evapotranspiración (ET) para responder a las necesidades reales y diarias del clima y el cultivo.
- Aplicar un estrés hídrico controlado en fases específicas del cultivo puede mejorar la calidad de la cosecha y optimizar el uso del agua, una técnica conocida como riego deficitario.
Recomendación: Deje de pensar en el agua como un insumo y empiece a tratarla como información. Escuche el diálogo entre la planta, el suelo y el clima para convertirse en un verdadero estratega hídrico.
Para el agricultor que trabaja bajo el sol de España, el agua no es solo un recurso; es el latido que marca el ritmo de la rentabilidad y la supervivencia. Cada año, la misma pregunta resuena en el campo: ¿estoy regando demasiado? ¿O quizás demasiado poco? La respuesta tradicional ha sido confiar en la experiencia, en el calendario, en mirar al cielo y en tocar la tierra. Se instalan sistemas de goteo, se programan riegos nocturnos y se asume que la tecnología por sí sola resolverá el dilema.
Pero estas soluciones, aunque válidas, solo arañan la superficie de un problema mucho más profundo. Tratan el agua como un gasto que hay que minimizar, no como un lenguaje que hay que entender. ¿Y si la verdadera revolución en la gestión hídrica no estuviera en una nueva tubería o en un programador más avanzado? ¿Y si la clave para producir más con menos agua residiera en aprender a escuchar? Escuchar el susurro de la evaporación en un día de poniente, el pulso de la humedad a medio metro bajo tierra y la respuesta silenciosa de la planta ante la sed.
Este es un cambio de paradigma. Se trata de pasar de ser un agricultor que «aplica» agua a convertirse en un estratega hídrico que «responde» a las necesidades precisas del cultivo en cada momento. Este artículo no es un manual de fontanería agrícola; es una guía para descifrar el lenguaje secreto del agua. Exploraremos cómo la evapotranspiración se convierte en nuestra brújula, cómo los sensores son nuestros oídos en el subsuelo y cómo, de forma contraintuitiva, regar menos puede llevarnos a cosechar mejor. Prepárese para transformar cada gota de un coste inevitable a un catalizador de beneficios.
A lo largo de este análisis, desglosaremos las estrategias y herramientas que le permitirán dominar este diálogo con el agua. Desde los fundamentos científicos hasta la auditoría práctica de su sistema, cada sección está diseñada para construir un conocimiento integral y aplicable en el contexto agrícola español.
Sumario: Guía completa para una estrategia hídrica de precisión en la agricultura española
- Olvida el calendario: por qué la evapotranspiración es la única guía fiable para regar
- El pulso de la tierra: qué sensor de humedad del suelo es el ideal para tu cultivo y dónde instalarlo
- Regar menos para cosechar mejor: la sorprendente técnica del riego deficitario controlado
- Los 7 mitos sobre el riego que están ahogando tus beneficios y desperdiciando agua
- La fuga de tus ganancias: cómo hacer una auditoría completa de tu sistema de riego
- El enemigo silencioso de tu riego: por qué la falta de uniformidad te está costando una fortuna
- El piloto automático de tu riego: cómo conectar tus sensores al sistema para que decida por ti
- Tu sistema de riego es un colador: guía de diseño para una eficiencia hídrica del 95%
Olvida el calendario: por qué la evapotranspiración es la única guía fiable para regar
La costumbre de regar en fechas fijas o por turnos establecidos es el primer gran error en la gestión del agua. Es como intentar navegar con un mapa de hace un siglo. La necesidad de agua de un cultivo no depende del día de la semana, sino de un diálogo constante entre la planta, el suelo y, sobre todo, la atmósfera. Este diálogo se cuantifica con un concepto clave: la evapotranspiración (ET). La ET combina la evaporación directa del agua del suelo y la transpiración de la planta, dándonos la cifra exacta de cuánta agua ha «consumido» el sistema agrosilvopastoral en un día.
Regar basándose en la ET es pasar de una agricultura reactiva a una proactiva. En lugar de esperar a que la planta muestre signos de estrés (momento en el que ya hemos perdido potencial productivo), anticipamos sus necesidades basándonos en datos climáticos precisos: radiación solar, temperatura, humedad y velocidad del viento. Afortunadamente, en España no es necesario ser un meteorólogo para aplicar este principio. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ofrece el Sistema de Información Agroclimática para el Regadío (SIAR), una herramienta pública y gratuita de un valor incalculable.
Esta red de estaciones meteorológicas es la base para una gestión hídrica de precisión. De hecho, según datos oficiales, la red cubre más del 90% de la superficie regable de España, poniendo esta información al alcance de la mayoría de los agricultores. Utilizar los datos de ET de la estación más cercana a su finca, ajustados por el coeficiente de su cultivo (Kc), le proporciona la dosis de riego diaria o semanal con una precisión que el calendario jamás podrá ofrecer.
La evapotranspiración de referencia calculada a partir de los datos de la red SIAR permite a los agricultores optimizar sus programas de riego con precisión sin depender de calendarios genéricos.
– Sistema de Información Agroclimática para el Regadío (SIAR), Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Adaptarse a este método implica un cambio de mentalidad, pero las herramientas digitales facilitan enormemente la transición. La aplicación móvil de SIAR, por ejemplo, traduce estos datos complejos en recomendaciones prácticas y directas para su parcela.
El pulso de la tierra: qué sensor de humedad del suelo es el ideal para tu cultivo y dónde instalarlo
Si la evapotranspiración nos dice cuánta agua ha salido del sistema, los sensores de humedad del suelo nos dicen cuánta queda disponible para la planta. Son nuestros oídos bajo tierra, capaces de medir el «pulso» hídrico de la parcela y traducir la necesidad de riego en un dato objetivo. Ignorar esta información es como conducir un coche sin indicador de combustible, fiándonos solo de los kilómetros que creemos haber recorrido. El uso de estos dispositivos es una de las piedras angulares de la agricultura de precisión y su adopción está creciendo de forma exponencial en todo el mundo.
Existen varios tipos de sensores, pero los más comunes en la agricultura profesional son los tensiómetros y las sondas de capacitancia (FDR). Los tensiómetros miden la «tensión» o fuerza que deben ejercer las raíces para extraer agua del suelo, ofreciendo una lectura directa del esfuerzo de la planta. Son ideales para cultivos hortícolas y leñosos sensibles. Las sondas de capacitancia, por otro lado, miden el contenido volumétrico de agua en el suelo y suelen instalarse a diferentes profundidades para obtener un perfil completo de la humedad en la zona radicular. Son extremadamente precisas y versátiles, adecuadas para una amplia gama de cultivos.
La pregunta no es tanto «qué sensor», sino «dónde y cómo». La instalación es crítica. El sensor debe colocarse en la zona de máxima actividad radicular, dentro del bulbo húmedo generado por el gotero, pero no directamente debajo de él. Para cultivos leñosos como el olivar o el almendro en plantaciones superintensivas, la estrategia ideal es instalar sondas a múltiples profundidades (ej. 20, 40, 60 cm) para monitorizar cómo se mueve el agua y asegurar que el riego llega a donde debe, sin percolación profunda.

Empresas españolas como Plantae son un claro ejemplo del impacto de esta tecnología. Como ellos mismos señalan, han instalado miles de sondas inalámbricas en España y otros países, logrando ahorros significativos de agua y energía en cultivos clave de la economía mediterránea como el olivar, el pistacho, el almendro y la vid. Escuchar el pulso de la tierra ya no es una metáfora, es una estrategia de negocio rentable.
Regar menos para cosechar mejor: la sorprendente técnica del riego deficitario controlado
Aquí es donde el arte del estratega hídrico alcanza su máxima expresión. La intuición nos dice que para obtener la máxima cosecha, debemos darle a la planta toda el agua que pida, siempre. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que esto no siempre es cierto. El riego deficitario controlado (RDC) es una técnica avanzada que consiste en aplicar intencionadamente un estrés hídrico moderado durante fases específicas del desarrollo del cultivo que son menos sensibles a la falta de agua. El objetivo no es ahorrar agua por ahorrar, sino redirigir la energía de la planta del crecimiento vegetativo hacia la producción y calidad del fruto.
Esta estrategia no es aplicable a todos los cultivos ni a todas las condiciones, pero en especies adaptadas al clima mediterráneo como el olivo, la vid o el almendro, los resultados pueden ser espectaculares. En el caso de la vid, por ejemplo, un ligero estrés hídrico durante el envero concentra los azúcares y compuestos fenólicos en la uva, mejorando drásticamente la calidad del vino. En el olivo, puede aumentar el rendimiento graso de la aceituna.
El RDC exige un conocimiento profundo del ciclo del cultivo y un monitoreo constante con sensores de humedad. No se trata de «dejar de regar», sino de reducir la dotación hídrica a un porcentaje específico de la ET (por ejemplo, al 50-70%) solo durante el periodo adecuado. Aplicar el déficit en una fase crítica, como la floración o el cuajado del fruto, sería desastroso.
Estudio de caso: El riego óptimo del almendro en condiciones mediterráneas
Una investigación exhaustiva llevada a cabo por investigadores del CIDE (centro mixto del CSIC) en España arrojó luz sobre las necesidades reales del almendro. Tras 15 ensayos, concluyeron que, en condiciones semiáridas, una aportación total de 1.000 mm de agua (lluvia más riego) permite al almendro alcanzar su rendimiento más elevado, cercano a los 2.500 kg/ha. El estudio, divulgado por medios agrarios como ASAJA Jaén, demostró que el riego deficitario controlado, aplicado en los momentos correctos, era significativamente más beneficioso que un déficit hídrico continuado, subrayando la importancia de la estrategia temporal. La resistencia natural del almendro a la sequía, mayor que la de otros frutales de hueso, lo convierte en un candidato ideal para esta técnica.
El éxito del RDC demuestra que el objetivo final no es simplemente mantener el suelo húmedo, sino gestionar activamente la fisiología de la planta para maximizar la rentabilidad por cada metro cúbico de agua invertido.
Los 7 mitos sobre el riego que están ahogando tus beneficios y desperdiciando agua
La transición hacia una gestión hídrica de precisión a menudo se ve frenada por una serie de ideas preconcebidas y mitos muy arraigados. Desmontarlos es esencial para abrir la puerta a la eficiencia. La percepción pública y a veces la del propio sector, por ejemplo, subestima enormemente el peso de la agricultura en el consumo de agua. Datos contrastados indican que la agricultura es responsable de aproximadamente un 80% del agua en España, una cifra muy superior a la percepción ciudadana, que la sitúa en torno al 50%. Este dato por sí solo subraya la enorme responsabilidad y el potencial de ahorro que reside en el campo.
A continuación, desmentimos algunos de los mitos más comunes que impiden una gestión óptima:
- Mito: «Si la planta no parece mustia, no necesita agua». Esta es quizás la falacia más costosa. El estrés hídrico tiene un impacto negativo en la fotosíntesis y el crecimiento mucho antes de que los síntomas visuales como la marchitez aparezcan. Cuando vemos una hoja caída, la producción ya ha mermado.
- Mito: «Más agua siempre es igual a más cosecha». Como vimos con el riego deficitario, esto es falso. El exceso de agua (encharcamiento) es tan perjudicial como la sequía, ya que provoca asfixia radicular, lixiviación de nutrientes y fomenta enfermedades fúngicas.
- Mito: «Mi sistema de goteo es nuevo, por lo tanto, es eficiente». Un sistema de riego por goteo es solo el vehículo. Su eficiencia depende de un diseño hidráulico correcto, una presión de trabajo adecuada y, sobre todo, de una programación basada en las necesidades reales del cultivo (ET), no en un temporizador.
- Mito: «Regar mucho de vez en cuando es mejor que poco y a menudo». Depende del tipo de suelo. En suelos arenosos, los riegos copiosos y espaciados provocan una enorme pérdida de agua por percolación profunda, llevándose consigo valiosos fertilizantes. En estos casos, los riegos cortos y frecuentes son mucho más eficientes.
- Mito: «El coste del agua es bajo, no merece la pena invertir en tecnología». Este cálculo ignora los costes indirectos: el coste de la energía para el bombeo, la pérdida de fertilizantes por lixiviación y, lo más importante, la pérdida de producción por un riego no optimizado.
- Mito: «La tecnología de sensores es demasiado complicada para mí». Las plataformas modernas han simplificado enormemente la interfaz, traduciendo los datos en gráficos sencillos y alertas directas al móvil. La curva de aprendizaje es mucho más rápida de lo que se suele pensar.
- Mito: «En mi zona siempre ha llovido, no necesito preocuparme». El cambio climático está alterando los patrones de precipitación en toda España, haciendo que las sequías sean más frecuentes e intensas. Depender únicamente de la lluvia es una estrategia cada vez más arriesgada.
El estrés hídrico invisible reduce la producción días antes de que los síntomas visuales de marchitez aparezcan. Un árbol o planta que no muestra signos de marchitez puede estar experimentando estrés hídrico que limita su rendimiento.
– Investigadores en fisiología vegetal
Reconocer y superar estos mitos es un acto de liberación que permite al agricultor tomar decisiones basadas en datos y ciencia, no en costumbres que pueden estar mermando su rentabilidad silenciosamente.
La fuga de tus ganancias: cómo hacer una auditoría completa de tu sistema de riego
Incluso el sistema de riego mejor diseñado sobre el papel puede convertirse en un colador con el paso del tiempo. Las obturaciones, las fugas, las variaciones de presión y el desgaste de los componentes pueden reducir drásticamente su eficiencia y uniformidad, provocando que parte de su inversión en agua y fertilizantes se desperdicie literalmente. Realizar una auditoría periódica no es un lujo, es un mantenimiento esencial para proteger su rentabilidad. No necesita un equipo de consultores caros para realizar una primera evaluación; usted mismo puede hacerlo.
Una auditoría básica le permitirá identificar los «puntos calientes» donde su sistema está perdiendo dinero. Es un chequeo de salud que revela problemas ocultos y le da una hoja de ruta clara para las reparaciones o mejoras. Piense en ello como una ITV para su sistema de riego: esencial para garantizar que funciona de manera segura, eficiente y conforme a su diseño original.
El proceso es metódico y se enfoca en verificar que el agua que sale de la bomba llega de manera uniforme y en la cantidad correcta a cada una de las plantas. Con unas pocas herramientas y una mañana de trabajo, puede obtener una imagen muy precisa del estado real de su instalación.
Plan de acción: su auditoría de riego en 5 pasos
- Inspección visual y de fugas: Recorra a pie toda la instalación con el sistema en funcionamiento. Busque activamente fugas en la tubería principal, las secundarias y las uniones. Fíjese en charcos, zonas excesivamente húmedas o goteros que se han convertido en chorros. Anote cada incidencia en un mapa de la parcela.
- Medición de presión: Con un manómetro, mida la presión al inicio y al final de varias líneas de goteo representativas de su finca, especialmente en las zonas más alejadas de la bomba y en las de mayor cota. Una variación superior al 10-15% entre puntos indica un problema de diseño hidráulico o de dimensionamiento de tuberías.
- Prueba de uniformidad (Coeficiente de Uniformidad – CU): Es el paso más importante. Coloque recipientes medidores (como pluviómetros o simples latas) debajo de 16 goteros distribuidos por la parcela (cuatro al principio, cuatro al final, cuatro en el medio y cuatro en los laterales de una subunidad de riego). Ponga en marcha el riego durante un tiempo fijo (ej. 30 minutos). Mida el volumen de agua recogido en cada recipiente. Una gran disparidad entre ellos revela una baja uniformidad.
- Verificación de caudal de emisores: Compare el caudal medio de los goteros medidos en el paso anterior con el caudal nominal que especifica el fabricante. Un caudal significativamente menor suele indicar problemas de obturación por sedimentos, algas o precipitados calcáreos, lo que apunta a un fallo en el sistema de filtrado.
- Revisión del sistema de filtrado y fertirrigación: Desmonte y revise el estado de los filtros. Verifique si el sistema de limpieza (manual o automático) funciona correctamente. Compruebe que el inyector de abono no presenta obstrucciones y que la válvula antirretorno funciona, para evitar la contaminación del pozo.
Esta auditoría le proporcionará un diagnóstico claro. Con estos datos, podrá tomar decisiones informadas, como realizar una limpieza de tuberías con ácido, sustituir los goteros obturados o ajustar las presiones de trabajo, recuperando la eficiencia perdida.
El enemigo silencioso de tu riego: por qué la falta de uniformidad te está costando una fortuna
Una vez que hemos auditado el sistema, a menudo emerge un culpable silencioso de la ineficiencia y la pérdida de cosecha: la falta de uniformidad. Podemos tener los sensores más avanzados y calcular la ET al milímetro, pero si nuestro sistema de riego no distribuye el agua de manera homogénea, todo ese esfuerzo es en vano. La falta de uniformidad significa que, en una misma parcela, algunas plantas reciben la cantidad de agua correcta, otras sufren estrés hídrico y otras se encharcan. Es el equivalente a intentar alimentar a un rebaño lanzando el pienso al aire: unos comerán demasiado y otros pasarán hambre.
El coeficiente de uniformidad (CU) es la métrica que cuantifica este problema. Un CU del 100% sería un sistema perfecto (e inalcanzable) donde cada gotero emite exactamente la misma cantidad de agua. En la práctica, un sistema bien diseñado y mantenido debe aspirar a un CU superior al 90-95%. Por debajo de este umbral, las consecuencias económicas se disparan.

El problema se agrava exponencialmente cuando practicamos la fertirrigación. Si la distribución de agua no es uniforme, la distribución de fertilizantes tampoco lo será. Esto crea zonas con déficit de nutrientes y otras con exceso, donde no solo se queman las raíces, sino que se contamina el subsuelo con nitratos. La investigación es clara en este aspecto; según el prestigioso Instituto de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), un 10% de descenso en el CU resulta en pérdidas significativas de rendimiento en cultivos de alto valor como el pimiento y el tomate, haciendo imposible la agricultura de precisión.
Las causas de una baja uniformidad son variadas: diferencias de presión a lo largo de las tuberías (especialmente en terrenos con pendiente), obturación parcial de los goteros, mezcla de emisores de distinto caudal en una misma línea o simplemente el desgaste natural del material. La auditoría descrita en la sección anterior es la herramienta para diagnosticarlo. La solución pasa por un diseño hidráulico correcto, el uso de tuberías autocompensantes en terrenos irregulares y un mantenimiento riguroso del sistema de filtrado.
El piloto automático de tu riego: cómo conectar tus sensores al sistema para que decida por ti
Hemos aprendido a escuchar al clima con la ET y al suelo con los sensores. El siguiente nivel evolutivo es crear un sistema que no solo escuche, sino que también actúe de forma autónoma. La automatización del riego consiste en conectar los datos de los sensores a un controlador inteligente que toma las decisiones de abrir y cerrar las válvulas por nosotros, basándose en umbrales que hemos predefinido. Es el «piloto automático» de nuestra estrategia hídrica.
Un sistema automatizado no es un simple programador horario. Funciona con lógica condicional: «Cuando el sensor de humedad a 40 cm de profundidad baje del umbral de ‘confort’ para este almendro, abre la válvula del sector 3 y riega hasta que el sensor a 20 cm alcance el nivel de ‘capacidad de campo’, pero no riegues si la previsión de lluvia para las próximas 6 horas es superior al 80%». Esta es una inteligencia que un temporizador jamás podrá replicar. Libera al agricultor de la tarea diaria de supervisión y decisión, permitiéndole centrarse en otros aspectos de la gestión de la finca, con la tranquilidad de que el riego se está aplicando con una precisión quirúrgica.
La tecnología para lograr esto ya es madura y su mercado está en plena expansión en España. Combina las sondas de humedad inalámbricas (que envían datos a la nube vía LoRaWAN o 4G), con plataformas de software que analizan esos datos y envían órdenes a los controladores de riego instalados en el campo. Sin embargo, la tecnología por sí sola no es la panacea. La implementación exitosa de un sistema automatizado se enfrenta a un desafío crucial: el factor humano.
El factor humano es crucial: la capacitación del encargado de finca tradicional es esencial para que confíe y utilice correctamente un sistema automatizado, superando la desconfianza inicial hacia la tecnología.
– Especialistas en innovación agrícola, sobre la implementación en explotaciones familiares españolas
Superar esta barrera cultural es tan importante como la propia instalación. El sistema no reemplaza al agricultor; potencia su conocimiento. Es el agricultor quien, con su experiencia, debe fijar los umbrales correctos y supervisar que el sistema funciona como se espera. La automatización es una herramienta para ejecutar la estrategia, no la estrategia en sí misma.
Puntos clave a recordar
- El riego se decide con datos, no con fechas: La evapotranspiración (ET) es la única guía fiable para saber cuánta agua necesita realmente su cultivo cada día.
- Los sensores son sus oídos en el subsuelo: Permiten verificar el estado hídrico real en la zona radicular, evitando tanto el estrés por sequía como el encharcamiento.
- La uniformidad no es negociable: Un coeficiente de uniformidad (CU) inferior al 90% invalida cualquier esfuerzo de precisión, malgastando agua y, sobre todo, fertilizantes.
Tu sistema de riego es un colador: guía de diseño para una eficiencia hídrica del 95%
Llegamos al punto culminante de nuestra estrategia hídrica: el diseño. Un sistema de riego no es una simple red de tuberías; es un sistema vascular diseñado a medida para un organismo vivo que es su cultivo. El objetivo final es alcanzar una eficiencia de aplicación en parcela superior al 95%, un estándar que ya no es una aspiración, sino una exigencia en muchos contextos normativos en España. Las ayudas a la modernización de regadíos, enmarcadas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), y los eco-regímenes de la PAC están directamente vinculados a la demostración de una alta eficiencia hídrica.
El diseño de un sistema de alta eficiencia se rige por una regla de oro que a menudo se invierte: el diseño agronómico precede siempre al diseño hidráulico. Primero, debemos definir las necesidades del cultivo (dosis, frecuencia, fases críticas) y las características de la parcela (tipo de suelo, pendiente). Solo entonces podremos realizar el cálculo hidráulico para seleccionar el diámetro de las tuberías, el tipo de emisor y la potencia de la bomba que puedan satisfacer esas necesidades de manera uniforme y con la presión adecuada. Hacerlo al revés, adaptar el cultivo a un sistema hidráulico preexistente o mal diseñado, es la receta para el desastre.
Un diseño óptimo debe contemplar:
- Selección de emisores: Usar goteros autocompensantes es obligatorio en parcelas con pendientes o con longitudes de ramal muy largas para garantizar un caudal constante en todos los puntos.
- Dimensionamiento de tuberías: Un diámetro de tubería insuficiente provoca grandes pérdidas de carga (presión), resultando en una baja uniformidad. Es mejor sobredimensionar ligeramente que quedarse corto.
- Filtrado adecuado: El sistema de filtrado debe ser el adecuado para la calidad del agua de origen (filtros de arena para aguas de canal, de anillas o malla para pozo) y estar correctamente dimensionado para el caudal total del sistema.
- Sectorización inteligente: Dividir la finca en sectores de riego que sean homogéneos en cuanto a tipo de suelo, variedad de cultivo y orientación permite aplicar a cada uno la dosis precisa que necesita.
Las exigencias normativas en España son cada vez más estrictas, especialmente en Zonas Vulnerables a la Contaminación por Nitratos, donde una gestión ineficiente del riego y la fertirrigación puede acarrear sanciones. Como muestra la siguiente tabla, alcanzar una alta eficiencia ya no es solo una cuestión de rentabilidad, sino también de cumplimiento legal, según datos del Ministerio de Agricultura.
| Requisito | Eficiencia Mínima | Contexto Normativo | Comunidades Autónomas Clave |
|---|---|---|---|
| Modernización de regadíos (PTRR 2021-2027) | ≥95% en sistemas por goteo | Obligatorio para acceso a ayudas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia | Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Valencia |
| PAC Eco-regímenes | Mejora significativa vs. baseline | Requisito para certificación de prácticas sostenibles | Todas las CCAA con zonas regables |
| Zonas Vulnerables a Nitratos | Auditoría completa + cumplimiento lisímetros | Directiva 91/676/CEE transpuesta al RD 47/2022 | Cataluña, Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana |
En definitiva, un sistema de riego que no está diseñado o mantenido para una eficiencia del 95% es un colador por el que se escapan no solo el agua, sino también los nutrientes, la energía y, en última instancia, sus beneficios.
Para poner en práctica estos principios y transformar su relación con el agua, el siguiente paso lógico es evaluar su situación actual y trazar un plan de acción. Comience por realizar una auditoría de su sistema para identificar las fugas de eficiencia y explore las herramientas digitales disponibles para empezar a tomar decisiones basadas en datos.